El Movimiento Al Socialismo (MAS) sostuvo sus gobiernos en gran parte gracias a la influencia de las organizaciones sociales, pero esta relación también generó un impacto negativo en la economía nacional. La presión de estos sectores para mantener altos gastos sociales, subsidios a combustibles y protección salarial limitó la capacidad de ajustes y desincentivó la inversión privada, evidenciando la fragilidad entre mantener la lealtad política y la sostenibilidad financiera del país.
Varios casos reflejan esta dinámica. En 2013, el “doble aguinaldo” fue una promesa de Evo Morales a la Central Obrera Boliviana (COB) para asegurar apoyo político, medida que afectó al sector privado. El Fondo Indígena, manejado de manera discrecional, dejó un daño económico superior a Bs 1.000 millones, con desfalcos y corrupción de líderes afines al MAS. En minería, las cooperativas mineras lograron regulaciones a su favor, dejando al Estado solo el 2,5% en regalías y exentas de impuestos.
Además, la subvención a la harina y otros insumos por parte de Emapa, vigente desde 2011, benefició al sector panificador pero provocó un daño económico al Estado y denuncias por presuntas irregularidades.
/// RCL // LA PAZ ///


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