“Cuando empezamos este proyecto, muchos me aconsejaron que no lo haga, que opte por una vida cómoda y tranquila, pero les confieso que a mí me entusiasman los desafíos”, señaló Samuel Doria Medina en uno de los momentos destacados de su discurso de inauguración de Green Tower. Doria Medina entregó a la ciudad “un regalo de tres millones de toneladas”, el edificio más alto de Santa Cruz. “Las Green Tower forman parte de un proyecto más grande: colocar a Bolivia en el futuro”, sintetizó.
“Los bolivianos hemos vivido mucho tiempo condicionados por el pasado. Mientras el mundo discute sobre la inteligencia artificial, las criptomonedas, la revolución del empleo, la nanotecnología, el internet de las cosas, los bolivianos vivimos mirando hacia atrás. Tenemos mucho que aportar como país en los debates que vienen, pero para eso tenemos que sacarnos el lastre del pasado y enfocar todas nuestras fuerzas y nuestra energía hacia adelante”, discursó.
Para construir esta obra, añadió, se emplearon 28 mil metros cúbicos de hormigón. “Esto significa que pasaron por estas calles 3.500 camiones mezcladores de cemento.Es el equivalente a una fila de camiones de 42 kilómetros, como de aquí a Montero”, graficó. “Debo pedir disculpas a los vecinos de la zona, pero fue por un bien mayor, dimos empleo a 3.500 familias y sin duda esta obra cambiará el perfil urbano de Santa Cruz y la pondrá en la liga mundial de la arquitectura urbana”.
Los 3.500 trabajadores que elevaron las torres provienen de diferentes partes de Bolivia, hombres y mujeres. “Unos son simpatizantes del gobierno, otros de la oposición, de derecha e izquierda, unos cristianos, otros católicos. Pero esas diferencias no pesaron nada porque de lo que se trataba era de aportar sus particularidades a un objetivo compartido. Nuestros cimientos son profundos y sólidos porque es producto del trabajo en común, entre personas que pensamos y sentimos muy diferente. Es la razón de por qué estas torres serán duraderas”.
Green Tower Santa Cruz empleó 40 mil metros cuadrados de vidrio, en 16 mil piezas. “Es el equivalente a diez cancha de futbol”, contó Samuel para mostrar que la seguridad de la obra fue excelente, ya que hubo vidrios rotos, pero “cero accidentes serios”. “1806 días, desde que empezamos, no hubo bajas ni heridos de gravedad. Este récord es el que más me importa personalmente y estoy muy contento de que lo hayamos conseguido dos veces: en 2002 en La Paz y hoy”, enfatizó.
“Para llegar a este momento, mi padre tuvo que trabajar 50 años de su vida, desde ser boletero de un cine hasta ejecutivo de una gran empresa. En mi caso ya voy trabajando 40 años de mi vida y mis hijos ya van por los 20 años de trabajo. Entonces, para hacer una obra de esta magnitud los Doria Medina venimos trabajando más de 100 años. Pese a la severa crisis económica que atraviesa nuestro país, seguiremos invirtiendo en Bolivia, construyendo puentes entre el oriente y el occidente”, concluyó.
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