Ronald García, presidente departamental del transporte cooperativizado y vicepresidente nacional de este sector en Bolivia, informó sobre sobre la importación de combustibles y la situación de las cisternas en el país. Con una flota de mil cisternas afiliadas a su federación, García destaca la importancia de su labor en el abastecimiento de combustible, especialmente ante la creciente dependencia de importaciones desde países vecinos.
En la actualidad, las cisternas de su cooperativa se dedican mayoritariamente al transporte de combustibles provenientes de Argentina, Paraguay y Brasil hacia Santa Cruz. La creciente necesidad de importación ha llevado a un aumento en el número de cisternas requeridas. García estima que, anualmente, la demanda de camiones crece entre un 10% y 15%, debido a la caída de la producción de combustible en Bolivia.
“La situación es crítica; mayormente estamos importando gasolina, diésel, e incluso crudo para ser refinado”, comentó.
Además de las cooperativas, García mencionó que alrededor del 90% del transporte de combustibles en Bolivia es manejado por empresas de transporte, que operan tanto en el oriente como en el occidente del país. Las cisternas del oriente transportan combustible desde Argentina y Paraguay, mientras que, en el occidente, las empresas importan principalmente de Chile y Perú. Esta dinámica es decisiva para abastecer departamentos como La Paz y Cochabamba.
“Cuando hay falta de diésel en otros departamentos, nuestros camiones del oriente debemos llevar gasolina y diésel a La Paz y Cochabamba para garantizar el suministro”, agregó García. Esta interconexión entre regiones resalta la importancia del transporte cooperativizado en la cadena de abastecimiento.
El exministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos, ha ofrecido un análisis crítico sobre la situación actual y las políticas de abastecimiento implementadas en los últimos años. Ríos sostiene que la declinación de la producción de petróleo y condensado desde 2015 ha llevado al país a depender cada vez más de la importación de gasolina y diésel, dejando a las refinerías sin materia prima.
“Desde hace años, el país debería haber implementado un plan claro para revertir el uso de oleoductos en lugar de depender del transporte en cisternas. Sin embargo, las acciones recientes han sido rápidas y mal planificadas, dejando a las refinerías al borde del cierre. Estamos importando más gasolina y diésel, y si no tomamos medidas, la refinería de Santa Cruz podría cerrar”, advirtió Ríos.
El exministro también resaltó los esfuerzos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), por utilizar oleoductos para facilitar la importación de petróleo desde puntos estratégicos como Arica y Argentina, pero estos han encontrado obstáculos significativos. La necesidad de costosas bombas para transportar el producto desde Sica-Sica a las refinerías y la presión social de los transportistas complican aún más la situación.
“Existen alrededor de 4,000 cisternas que se dedican a la importación de combustibles, y esto ha generado un problema social significativo”, indicó Ríos, enfatizando la inversión de los transportistas en su flota y la crisis que enfrenta el sector.
Ante la continua incertidumbre, Ríos llamó a la acción gubernamental: “El gobierno debe aplicar la ley para enfrentar los bloqueos. No se puede permitir que el transporte de combustibles, un servicio público, sea obstaculizado. Se necesita un enfoque firme para garantizar el abastecimiento”.
Sin embargo, el exministro advirtió que la solución no solo radica en la mejora de la infraestructura de oleoductos, ya que los bloqueos en las carreteras siguen siendo un impedimento crítico. La falta de un plan de acción integral ha llevado a que las refinerías operen por debajo del 50% de su capacidad, lo que pone en riesgo la seguridad energética del país.
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