A poco más de dos meses de las elecciones generales en Bolivia, la campaña electoral se ve inundada por propagandas vacías y promesas que se perciben desconectadas de la realidad y no enfocadas en resolver la crisis económica y social que atraviesa el país. Mientras la ciudadanía exige soluciones estructurales y concretas, los candidatos compiten con discursos que van desde prometer una reactivación económica en solo 100 días, hasta plantear la industrialización acelerada de los recursos naturales o incluso “hacer sexy” la función pública. La población ve estas ofertas como carentes de sustento técnico y de una visión de largo plazo, lo que refleja un divorcio entre la clase política y las verdaderas necesidades de la ciudadanía.
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