La escasez de combustibles en Bolivia afecta cada vez más a la población. En todo el país se observan largas filas en los surtidores, donde transportistas y ciudadanos esperan durante horas para cargar gasolina o diésel. La molestia social crece a diario, mientras el abastecimiento se vuelve cada vez más incierto.
El problema se agravó desde finales de 2023 y se ha intensificado durante 2024 debido a la falta de dólares para importar combustibles, la caída en la producción nacional y el alto costo de los subsidios. El Gobierno admite que la subvención es insostenible. Según datos de la Fundación Jubileo, el país necesita unos 10 millones de dólares por día para cubrir la demanda interna. Desde 2015, la producción de hidrocarburos cayó un 53 % en líquidos y un 46 % en gas, dejando en evidencia la fragilidad del modelo actual.
El transporte urbano y pesado advierte que, si no se soluciona la crisis, se paralizará el movimiento de pasajeros y carga en todo el país.
/// DLR // TARIJA ///
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