Este 6 de agosto, Bolivia conmemora 200 años de su independencia, una fecha que va más allá de la celebración cívica. El Bicentenario es una oportunidad para reflexionar sobre la historia del país, sus logros y sus deudas pendientes. Desde 1825 nuestro territorio destaca por su riqueza minera, que definió no solo su economía, sino también su estructura política y social.
A lo largo de estos dos siglos, la nación enfrentó múltiples desafíos. Aunque es un país diverso y con una identidad cultural rica, también fue un territorio fragmentado, donde muchas comunidades aún no se sienten representadas plenamente por el Estado. El modelo de desarrollo continúa centrado en la extracción de materias primas, lo que limita la visión de futuro y reduce las oportunidades para los jóvenes, especialmente en campos como la cultura, la innovación y la participación política.
En este contexto, el Bicentenario plantea cuestionantes: ¿qué país hemos construido y qué país queremos construir? Más allá de los discursos, es necesario pensar en un futuro donde la cultura y la identidad sean pilares del desarrollo. “No se trata solo de recordar lo que fuimos, sino de imaginar y construir, desde la memoria, el país que queremos ser. La cultura, la identidad y el compromiso con el futuro son las herramientas más poderosas con que contamos.”
/// GC // POTOSÍ ///
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