Durante varios años, Bolivia vivió una relativa estabilidad política y de gobernabilidad bajo la administración del Movimiento al Socialismo (MAS). El control mayoritario del partido en el Ejecutivo y el Legislativo permitió aprobar leyes y políticas sin mayores bloqueos, consolidando un periodo con escasos conflictos entre ambos órganos del Estado.
Tras las elecciones generales, el Partido Demócrata Cristiano (PDC) se consolidó como la primera fuerza política, seguido por la alianza Libre y Unidad, mientras que el MAS perdió la mayoría parlamentaria que mantuvo por cerca de 20 años. La nueva Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) para el periodo 2025–2030 tiene una composición fragmentada, sin mayoría absoluta de ningún partido y con el 95% de sus legisladores sin experiencia parlamentaria.
La fragmentación política abre una etapa de incertidumbre en la relación entre el Ejecutivo y la Asamblea. Las tensiones ya comienzan a aparecer entre los partidos de la alianza Libre y el PDC, mientras que la alianza Unidad ratificó su apoyo al binomio ganador, Rodrigo Paz y Edman Lara, comprometiéndose con la gobernabilidad del país durante los próximos cinco años.
Analistas advierten que la viabilidad del próximo gobierno dependerá de su capacidad para construir consensos y evitar la polarización. Según Javier Flores, miembro del MAS, la ciudadanía votó por rechazo a la gestión del partido oficialista que por una propuesta política concreta.
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